
Villa Gobernador Gálvez en la mira de la delincuencia: Le roban a una anciana en su propia casa
La inseguridad sigue preocupando a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez.
Alberto Ricci no es lo mismo que su entorno. Esa es una distinción que conviene hacer. Porque Ricci —guste o no su estilo— vive en Villa Gobernador Gálvez, camina sus calles, escucha los reclamos, va al supermercado, está en los actos, aparece en las crisis. No se esconde.
18/05/2025En Villa Gobernador Gálvez, la política está mutando. La elección a concejales no solo dejó números: dejó señales. Dejó mensajes. Y el más fuerte fue este: la ciudad ya no tolera decisiones tomadas desde afuera.
La lista de Unidos, el espacio oficialista que gobierna la ciudad desde hace casi una década, no logró sostener su hegemonía. Y el voto no fue sólo contra una gestión, fue contra una forma de construir poder. Contra una lógica que puso en las boletas a desconocidos, funcionarios importados y nombres sin anclaje en el territorio.
Un intendente con presencia, rodeado de ausencias
Alberto Ricci no es lo mismo que su entorno. Esa es una distinción que conviene hacer. Porque Ricci —guste o no su estilo— vive en Villa Gobernador Gálvez, camina sus calles, escucha los reclamos, va al supermercado, está en los actos, aparece en las crisis. No se esconde.
En un contexto donde muchos gestionan con Google Maps, esa presencia tiene un valor político indiscutible. Y quizás por eso, incluso en la derrota, no se lo castiga directamente a él. Se castiga lo que lo rodea. Lo que lo condiciona. Lo que, quizás, lo desgasta.
Una lista armada desde arriba
El armado de concejales del oficialismo pareció más una planilla de Excel enviada desde Santa Fe que una expresión genuina de la ciudad. El primer candidato, con pasado institucional, no logró conectar con los nuevos votantes. En los barrios lo conocen los militantes, pero no los vecinos. Y en política, lo que no se conoce, no se vota.
La segunda candidata, una funcionaria del entorno provincial, llegó como "la elegida del gobernador". Su nombre no figuraba en ninguna conversación local hasta que apareció en la boleta. Y ese es el problema: la gente ya no quiere cargos entregados como favores. Quiere representación.
El tercer lugar lo ocupa un concejal que aprobó la instalación de una antena 5G en una plaza pública. No es un detalle menor. Esa decisión, tomada sin consulta vecinal, generó rechazo, comentarios, malestar. En una época de sensibilidades ambientales, de desconfianza hacia lo que se impone verticalmente, esa sola votación lo marcó. En los barrios lo recuerdan por eso. No por su gestión.
El cuarto lugar, destinado a la esposa de un funcionario provincial de tercera línea, terminó de sellar el desconcierto. Un apellido sin trayectoria pública, sin agenda propia, sin territorio. Solo con vínculo con el poder. Pero sin vínculos con los votantes.
La interna que nadie dice pero todos ven
La interna del gabinete municipal ya no se oculta. Por un lado, los funcionarios históricos, que viven en Villa Gobernador Gálvez, que conocen sus problemas, que cargan con sus contradicciones. Por el otro, los técnicos, asesores, y responsables que vienen desde Rosario, gestionan con distancia, y se van antes de que anochezca.
Esa fragmentación se nota en cada área: en la ejecución lenta, en los errores de comunicación, en la falta de respuestas concretas. Porque el problema no es solo político: es cultural. No se puede gobernar una ciudad si no se la habita.
Cuando no hay internas, hay rupturas
El oficialismo eligió no competir en internas. Cerró el juego. Prefirió la comodidad del consenso a la riqueza del debate. Pero esa falsa unidad generó ruido, frustración, apatía. Muchos sectores del propio Unidos se sintieron desplazados, ignorados, reemplazados por nombres que nadie propuso ni pidió.
Y el votante lo percibió. El votante no es tonto. Observa. Compara. Y vota.
¿Qué queda de Unidos?
Unidos ya no es una marca electoral fuerte en Villa Gobernador Gálvez. Perdió vínculo, perdió volumen político, y lo más grave: perdió identidad local. La elección lo dejó en evidencia.
Pero aún hay margen. La figura de Ricci, aunque desgastada por el tiempo, conserva un respeto que otros no tienen. Quizás la pregunta ahora sea si está dispuesto a tomar distancia de ese esquema que lo rodea, que le impone nombres, decisiones, candidatos y silencios.
Porque si algo quedó claro en esta elección, es que la gente no vota más estructuras. Vota vínculos. Vota presencia. Vota a quienes viven lo mismo que ellos.
Y en eso, Ricci aún tiene algo que el resto no tiene: una casa en la ciudad.
La inseguridad sigue preocupando a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez.
La inversión será de $72.923.266,31, y el proyecto incluye demolición, ampliación y modernización de los sanitarios actuales.
El fuerte temporal que azotó la ciudad provocó caída de árboles, postes y cortes de cables en varios barrios. La municipalidad y la Cooperativa Integral trabajan sin descanso para restablecer la normalidad.
Aunque ya han logrado pasar a las elecciones generales, el verdadero desafío comienza ahora, y Gauna, Deiana y Vergara prometen llevar una voz fuerte y diferente que marcará un cambio real en la política local.
La llegada de Banco Macro como patrocinador de la CDA fortalecerá los campeonatos locales e impulsará la representación internacional de Argentina en el automovilismo.
El disparo no mató a nadie. Pero impactó de lleno en la confianza.
Alberto Ricci no es lo mismo que su entorno. Esa es una distinción que conviene hacer. Porque Ricci —guste o no su estilo— vive en Villa Gobernador Gálvez, camina sus calles, escucha los reclamos, va al supermercado, está en los actos, aparece en las crisis. No se esconde.
Con recursos propios y un compromiso real, el Municipio llevó adelante una campaña que donó lentes a quienes no pueden comprarlos, desde niños hasta adultos mayores. Un gesto que cambia vidas y visibiliza la salud pública local.